Desde hace un buen tiempo le daba vueltas a la idea de hacer algo relacionado al deporte, además de la producción y organización de eventos, pero no llegaba a aterrizar ni ordenar mis pensamientos, y eso me limitaba a simplemente dejarlo flotar en mi mente; siempre buscando algún buen pretexto para no atreverme a hacerlo. Como que necesito a alguien que me ayude en tomar imágenes o editar, o que no se mucho de redes sociales, o que necesito tener una estructura y contenido determinado, o cualquier otra cosa que me desaceleraba el ímpetu. Y si por algo se ha caracterizado mi vida, ha sido por no tener justamente mucha estructura, sino simplemente vivir lo más feliz posible afrontando las circunstancias que me tocan en este mundo. Es por eso, y por mi enorme pasión por el deporte y en especial por el fútbol que intentaré realizar un acercamiento con la gente y buscar difundir un mensaje totalmente positivo a través de experiencias, conversaciones y consejos de deportistas y gente relacionada a la industria.

Muchos se pueden estar preguntando, que de especial o diferenciado puede tener esta idea, ya que claramente no estoy descubriendo nada nuevo y existen muchos comunicadores con respaldo de grandes producciones. Pues es aquí, en donde siento que la historia que lleva mi apellido y las interminables anécdotas, experiencias y amistades forjadas a través del fútbol y la vida, me llevan a querer compartirlas y a su vez, rendirle un homenaje a mi abuelo, el gran “Tito Drago”, a quien cariñosamente lo llamábamos desde muy niños con el sobrenombre de “TITO MONO” por su peculiar parecido a los chimpancés.  Es por eso, que en este amateur debut literario trataré de hacer una síntesis de mi relación con el deporte a manera de presentación.

Provengo de una familia que se relacionó con el fútbol y el deporte desde siempre. Mi abuelo tal vez sea el recuerdo más querido entre los hinchas del Municipal junto a sus compañeros del trío “los tres gatitos” y otros grandes jugadores como Juan Seminario, Oscar Montalvo, José Carrasco, Hugo Sotil, Eduardo Malásquez y Franco Navarro. Tito fue un asiduo concurrente a las carreras de caballos y sentía una pasión por ese mundo tal vez más que por el fútbol. Fue amigo desde pequeño de Augusto Ferrando y pasó su infancia jugando al fútbol y palomilleando en las calles de Breña y el Centro de Lima. Su hermano mayor por parte de madre, Coco Cárdenas, fue el entrenador de la Selección Olímpica de Básquet que fue a las polémicas Olimpiadas de Berlín 1936, además de ser un reconocido periodista deportivo durante más de 6 décadas (hasta su fallecimiento en 1988). Fue también el fundador de Radio Ovación junto con el gran Pocho Rospigliosi. Recuerdo haberme quedado enamorado de la cantidad de souvenirs que tenía de todas las Olimpiadas y Mundiales a los que asistió. Una vez me regaló una radio portátil en forma de pelota de fútbol que usé a más no poder en mi niñez. Su otro hermano Virgilio “Pichirro” Drago llegó a jugar en el Muni en Primera División durante dos años, sin embargo, su gran pasión fue otro deporte. Fue seleccionado nacional de básquet en la década del 40´y 50´ y también entrenador de la Selección. Sus otros hermanos, Carlos (mayor) y Vicente (menor), no llegaron a jugar en Primera División, pero compartieron con él la gran pasión por el fútbol. Mi tío Vicente era arquero y en su juventud se dobló el dedo meñique, quedando en una forma no muy ortodoxa, razón por la cual y gracias a su enorme sentido del humor, pasamos gratos momentos bromeando y riendo a cerca de eso. La clásica era preguntarle por dónde quedaba alguna calle y soltar la carcajada cuando levantaba el brazo y nos señalaba “por allá” y su dedo iba en otra dirección. Solíamos decir que el tío Vicente nos mandaba al desvío. Mi viejo, Titín, debutó en el Muni y jugó también por grandes equipos como Defensor Lima, Sporting Cristal y Atlético Chalaco. Fue parte también de procesos en la Selección compartiendo con las grandes leyendas de nuestro fútbol como Héctor Chumpitaz, José Velásquez, Ramón Mifflin, Roberto Challe, Teófilo Cubillas, Juan Carlos Oblitas, César Cueto, Guillermo la Rosa, Hugo Sotil o Percy Rojas. Crecí escuchando sus consejos e innumerables histórias y anéctdotas de su época de futbolista. Me acuerdo alguna vez lo que un tío me dijo cuando tenía aproximadamente 8 años y pregunté inocentemente por qué Titín no había jugado un Mundial. “Y que quieres sobrino, si delante de él y en la posición que jugaba, habían semejantes jugadores”. No hay duda que a él le tocó ser parte de la mejor generación del fútbol peruano y no la tuvo fácil a pesar de ser un jugador de mucha clase y técnica. Eso sí, muchos otros amigos de mi viejo coincidían en tono de vacilón que no “marcaba” ni con un plumón. Referencia duradera de la chapa con la que Ramón Quiroga, su gran amigo, lo vacila: “el ingeniero”, ya que él sólo dirigía la obra y los demás chambeaban.

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Titín en la Selección junto a grandes como Teófilo Cubillas, Ramón Mifflin, Héctor Chumpitaz, Panadero Días, Hugo Sotil, José Velásquez, Chicho Uribe, entre otros
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Deportivo Municipal 1978: Franco Navrro, El Diablo Drago, Hugo Sotil, Eduardo Malásquez, la Bruja Bonelli y Titín
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La Banda del Basurero rindiendo homenaje a Tito

Sus hermanos, mis tíos Jaime “El Diablo” Drago y Miguel “El Cura” Drago también debutaron y jugaron por el Municipal. Miguel jugaba de volante en primera línea y tenía una calidad y elegancia que muchos destacaban. Jaime realizó una gran carrera y fue un referente de la “U” en los años 80´. También jugó en San Agustín, Sport Boys y paseó su fútbol en el Deportivo Italia de Venezuela, Aucas de Ecuador y Deportivo Cali de Colombia. Con él, tengo muchos recuerdos ya que lo llegué a ver jugar, e inclusive fui mascota de la “U” en el Clásico del año 85´ en donde siempre recordamos la anécdota que cuenta que cuando nos acercamos a saludar a la Barra de Oriente, me asusté por una bombarda que detonó muy cerca de donde estábamos y salí corriendo despavorido sin mirar atrás por el campo y el Diablo atrás mío tratando de atraparme. Existe una imagen ya un poco deteriorada que captó un fotógrafo en donde me entrega a los brazos de Titín y yo en absoluto llanto preso del susto. Luego de eso, supongo que no volví a salir de mascota nunca más. Mi tío Germán Leguía Drago (primo hermano de mi viejo) sigue siendo una leyenda viva de Universitario y también muy querido en el Muni. Mundialista de Argentina 78´y España 82´, recuerdo que cada vez que lo veía jugar ya en sus últimos años como profesional, lo sentía absolutamente distinto al resto. Tenía una estilo y técnica envidiable.

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Jaime entregándome a los brazos de Titín

Mis hermanos (Elías y Nacho) y yo, crecimos jugueteando entre la Academia de Fútbol, los entrenamientos de la selección Sub 17 y Sub 20 de los años 89´y 91´ que dirigía Titín, los partidos que nos tocaban jugar en los campeonatos de menores, los estadios y todos los lugares a los que acompañábamos a mi viejo y a Tito. Estar en un camarín y una cancha escuchando y viviendo fútbol era pan de cada día. Sinceramente no recuerdo esa clásica “primera vez” en el estadio porque lo sentía muy natural. Hasta el día de hoy la relación con ellos es muy cercana ya que compartimos y coincidimos con muchos amigos. Nacho llegó a tapar en Primera División por Unión Huaral, Sport Boys y Aurich. Elías, como para no variar la historia, también jugó por el Muni en Segunda División y se convirtió en un referente de las Selecciones Peruanas de Fútbol Playa. Mi hermana Emilia siempre fue deportista. Hacía atletismo en el colegio hasta que se enamoró de las danzas peruanas y el baile y construyó su camino en el arte. Mi hermana mayor Micaela, fue a la única tal vez que no le agradó mucho el deporte y menos el fútbol, sin embargo, fue nuestra capitana en la divertida aventura de crecer 5 hermanos de edades seguidas y terminar siendo amigos. Se encargó de cuidarnos y estoy seguro de que se divirtió mucho con nosotros a pesar de tanta locura junta. Tengo un fugaz recuerdo de haberla visto en un partido de básquet en las Olimpiadas del colegio anotando una canasta para el equipo rojo, pero en su propio aro.

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Nacho fue pilar fundamental en el ascenso de Sport Boy el 2009
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Elías es la referencia en Perú en Fútbol Playa en los últimos años
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Reportaje dela Revista «El Gráfico» en 1998
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Aún compartiendo haciendo lo que más nos gusta: jugar fútbol

Todo ese back up, me llevó a mirar y disfrutar del deporte y tratar de estar lo más informado posible. Poco a poco me fui familiarizando con ciertos términos, nombres de jugadores, equipos, estadios, países y estadísticas no sólo de fútbol, sino de todo lo que podía. Lo cual hasta el día de hoy vive en mí y disfruto compartiéndolo con mi familia y amigos más cercanos. Me siento agradecido con la vida de poder conversar y comentar con mis hijos un partido de básquet de la NBA, un partido de tenis, una carrera de caballos o por su puesto cualquier cosa referente al fútbol. Hoy por hoy, vivo la etapa de acompañar en la práctica del deporte a mis hijos y tratar de brindarles el mayor apoyo y condiciones posibles para que desarrollen integralmente su personalidad; independientemente de que quieran o no ser deportistas profesionales. Creo que las enseñanzas y situaciones que vives al perder un partido cuando diste todo lo que podías, o sentir esa emoción grupal por conseguir un objetivo, afianzar relaciones, ser solidario y disfrutar la vida, te preparan para lo que será tu camino luego en cualquier sector o ámbito que quieras creces o vivir.

La relación que tuve con Tito fue espectacular. Crecí escuchándolo contar historias de partidos de fútbol de épocas tan lejanas para mí, que en mis primeros años me costaba imaginarme a los protagonistas. No entendía por qué los arqueros tapaban sin guantes o por qué no existían las tarjetas, Escuché muchas veces las anécdotas de las giras internacionales que se hacían en esos tiempos, los clásicos combinados de equipos, los rivales y nombres de famosos jugadores a los que enfrentó y toda clase de datos de equipos y ciudades que visitó. Recuerdo imaginarme como pudo ser esa famosa jugada que una gira a Chile en el año 47´o 48´ los jugadores de Muni llegaron hasta la línea del arco tocando el balón y decidieron regresarlo para seguir «camoteando» al rival al ir ganando ya por más de 5 goles. Las charlas eran tan naturales y divertidas que me transmitía su alegría y chispa característica. Normalmente siempre contenían alguna travesura o picardía de la cual sacaba lustre y terminábamos riendo. Me encantaba pasear con él. Me emocionaba cuando era niño y cada 2 cuadras alguien le pasaba la voz y lo saludaba o le gritaba un “Echa Muni”. Siempre me decía, que si cada persona que los saludó en su vida le hubiese dado 1 dólar, sería millonario.

Gracias a él conocí la historia de Valeriano López, de Lolo Fernández, Vides Mosquera, Caricho Guzmán, Toto Terry, Marcos Calderón y otras leyendas de la época. Recuerdo que tuve el gusto de haber conocido a Vides y Toto y los dos coincidían de que yo me parecía más a Miguel (El Cura) que a Titín y me hacían la clásica pregunta “¿de que juegas sobrino?” a lo cual normalmente respondía que de “volante”.

A medida de crecía, disfrutaba cada vez más de jugar al fútbol ya que sentía que me salían mejores jugadas, entendía más los sistemas tácticos y vivía la satisfacción de ser parte de un grupo unido como fue mi equipo de la Categoría 82´de la Academia Tito Drago. Ahí forjé muy buenos amigos para la vida y tuve la suerte de aprender durante muchos años del Profe Víctor Rivera quien me bautizó con la chapa de “Chucky”; sobrenombre con el que me conoce la mayoría de esa época. Prácticamente crecimos juntos ya que él inició su carrera de DT desde muy joven, siempre con un estilo propio de poner a la persona por delante del jugador. Creo que eso está por encima de los detalles futbolísticos y justamente es la línea en la cual he tratado y buscado mantenerme a lo largo de mi vida.

En esos largos años de divisiones menores recuerdo que me gustaba mucho mirar partidos de las demás categorías, sobre todo las mayores ya que desde muy chico trataba de encontrar referencias en las posiciones que me tocaban jugar y naturalmente también conocí a muchos rivales deportivos con los cuales pude compartir equipo en épocas que estaban por venir.

Jugué prácticamente en todas las canchas que existían en Lima Metropolitana en los años 90´. Increíblemente para mí, estudié en un Colegio que no tenía campo de fútbol y recuerdo envidiar sanamente a los alumnos de los Colegios grandes que tenían esa ventaja ya que no existía otro lugar en donde me sienta tan cómodo y tan libre. Por su puesto que disfruté defendiendo los colores del SNJ en Adecore en diversas categorías ya que para mí era especial compartir con mis amigos de aula. Recuerdo el último partido oficial con mi Colegio en 5to de Secundaria ya eliminados en la Fase de Grupos que nos tocó jugar contra el Colegio La Inmaculada y nosotros éramos sólo 8 jugadores ya que muchos “tiraron la toalla” y “abandonaron el barco”. Inicialmente no podía contener mi enojo con los compañeros que no fueron, de sentirme en tal desventaja para afrontar un partido en la mejor cancha que había para jugar (acostumbrado yo a los campos de Ventanilla, Campo Mar y otros algo descuidados). Sin embargo, terminó siendo un recuerdo especial ya que ante todo pronóstico me puse el equipo al hombro y anoté 2 goles, inclusive uno de taco. Lógicamente el resultado fue que perdimos 9-2, pero nadie me quitó el celebrar el descuento ante la sorpresa de los pocos asistentes. Mi gran amigo Luis Fernando “Choclo” García puede dar fe de ese episodio.

Si bien es cierto, que disfruté el crecer jugando al fútbol, también debo reconocer episodios en los cuales sentía mucha frustración, la cual en diversas oportunidades me llevó a tener reacciones de las que luego me arrepentía; reclamos exagerados, altanería, y mucho choque verbal por cosas absurdas. Al mismo tiempo de que mi apellido me regalaba simpatía con algunas personas, también generaba cierto rechazo con otros. A veces, es difícil entenderlo y más aún cuando eres chico. Convivir con ello fue parte de mi aprendizaje, pero no puedo negar que una personalidad como la mía, que es una mezcla de timidez y tranquilidad y a la vez, terquedad y decisión, terminaba desencadenando explosiones emocionales que lamentablemente desfogaba a veces en los partidos.

Desde aquella época el Profe Víctor trabajaba con psicólogos deportivos que cumplen un rol muy importante en la formación integral de un muchacho con aspiraciones a querer jugar fútbol profesionalmente. Recuerdo con mucho afecto al Dr. Hugo la Torre y su dinámica de confianza llamada “la vida en pequeño”.

Cuando llegué al primer equipo del Muni, el Presidente por aquel entonces, Rafael Hernando, me bautizó ante los periodistas como “Rintintín” haciendo un juego de rima con Tito-Titín-Rintintín, sobrenombre con el que me conocieron en el ámbito profesional.

Tuve la suerte de compartir equipos con grandes jugadores en el Muni, la “U”, Coopsol, San Martín, Sport Boys e inclusive en un paso fugaz por Sport Ancash. De esa época profesional en la que busqué valerme por mí mismo y mis cualidades deportivas, me llevo los mejores recuerdos y por supuesto, tengo infinidad de anécdotas que trataré de ir compartiendo a medida de que este proyecto pueda avanzar. Lógicamente, esta gran etapa me dejó grandes amistades de distintas edades a la mía. Tengo varios “tíos” y “sobrinos”.

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Deportivo Municipal
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Universitario
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Universidad San Martín
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Clásico «U» – Alianza

Hubo un día muy especial en el Clausura del 2000 que tal vez sea esos momentos chiquitos en la vida cuando sientes completa alegría. Por ese entonces salí en lista en la “U” para un partido en el Lolo Fernández (aún ese año se alternó la localía entre el Monumental, Lolo y Nacional) y concentramos ahí mismo. Ya en almuerzo del día del partido, la chacota clásica de un equipo de fútbol estaba a la orden del día, y el Puma Carranza como siempre vacilando a todos. Hasta que Marco Ciurlizza, aún siendo joven ante los referentes del equipo, aprovecha que en la televisión del comedor estaban pasando un capítulo del Chapulín Colorado en donde Don Ramón hace del Tío Sam vestido con el clásico disfraz estadounidense hablando un spanglish todo masticado, para soltar un ligero “Pumaaaaaa, ahí estás”…. Las carcajadas estallaron y yo obviamente me sumé a celebrar la broma pero disimuladamente ante mi condición de jovencito de 18 años. Pero por dentro no podía parar de reír ya que eran pocas las veces que el Puma era el centro de la broma y lo divertido era observar como Marco pagó caro su atrevimiento ya que se llevó más apodos que todos juntos. Inclusive estando en la banca de suplentes en pleno partido, me volvía la risa. Estos episodios hacían que disfrute aún más el jugar fútbol.

 Si bien es cierto, que justamente disfruté de muchas situaciones, también existe en mí una gran frustración por no haber podido trascender de una manera más profunda en el fútbol. Mis sueños eran tan grandes que a veces asumía que no debía pasar los primeros escalones, quería llegar de frente al premio. Quería jugar en Italia sin haber jugado 5 partidos en profesional. Eso, sumado a circunstancias que se presentan favorables o desfavorables para uno, decisiones, situaciones, momentos que, me hicieron ir acumulando un resentimiento en muchos aspectos que me llevó a alejarme del fútbol y el deporte; etapa en la cual sufrí mucho porque no encontraba consuelo, más bien rabia. Fue duro encontrarse con la realidad, fue duro darse cuenta de que ya no estás en una nube, que dura poco, que debiste hacer esto o debiste hacer lo otro y enfrentar la vida.

Sin embargo, como dije en el primer párrafo, la vida te lleva por caminos que no esperas y tienes que estar preparado para vivirlos, enfrentarlos y disfrutarlos.

Luego de haberme insertado a la vida laboral e ir superando mi frustración, se da una posibilidad de regresar a jugar fútbol en Segunda Profesional en Coopsol. Sinceramente, yo ya tenía otro chip. No tenía pensamientos de dejarlo todo por el fútbol, o de creer que me iban a llamar a la selección por hacer 30 goles en el torneo de ascenso. Pensaba que si existía la posibilidad de combinar las labores que hacía con jugar fútbol y eso sumaba a la canasta familiar, bienvenido sea. Mi segundo hijo estaba por nacer, mi primera hija por entrar al colegio y de verdad me sentí afortunado de tener la opción de sumar un extra a través del fútbol.

Ese año viví una experiencia particular ya que con el correr de los meses, se dieron situaciones que desencadenaron que Títín y Nacho se encuentren el Boys y que Elías juegue por América Cochahuayco (filial de la “U”), lo cual queda para la anécdota y la estadística; los 4 compitiendo en Segunda Profesional. Sinceramente no fue fácil retomar un nivel de entrenamiento diario a full exigencia, lo cual me llevó a plantearme que tal vez no debía hacerlo al ver como inicialmente no era muy considerado por el DT. Sentía que me volvían los fantasmas del pasado, me cuestionaba por que decidí volver. Si bien es cierto, había puesto el chip en mi cabeza de que era sólo una actividad para sumar en mi casa, el deporte hace que brote en ti una pasión incontrolable, así que me planteé lo siguiente luego de casi 7 fechas de no haber salido ni siquiera en lista: dar el 100% que tenía en favor del equipo. Meterme de lleno en cuerpo y alma en los momentos que entrenaba. Recuerdo que me reté yo mismo con una fecha máxima para ser titular, y así se fueron dando las cosas. La segunda rueda del torneo jugué casi todos los partidos e incluso anoté 3 goles. El día de la última fecha del año 2009 en el Estadio de San Marcos ante absolutamente ningún espectador en la tribuna, sentí el aprecio sincero del Profe Freddy «Petróleo» García cuando reconoció mi profesionalismo y mi compromiso. Me llevé la camiseta de Coopsol ese día ya que marca para mi el haberme sacado el clavo de muchas cosas, el haberme demostrado que el fútbol no podía ser tan cruel conmigo, que tenía una revancha más, así sea en un Coopsol vs Acosvichos sin gente en el estadio anotando 2 goles. Pasé la página que tenía que pasar.

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Coopsol vs Acosvinchos 2009 – tribuna vacía

 

Luego la vida me envió una rotura de ligamentos cruzados en la rodilla izquierda con problemas en la operación y recuperación que me llevó a tener un desgaste de cartílago grave y por ende la prohibición y limitación de jugar a un nivel profesional. Sin embargo, no fue una tragedia; ya me había sacado el clavo que tenía en el alma. Lógicamente tampoco fue una gran noticia con todo lo que acontece esa lesión, pero aprendí a convivir con ello hasta el día de hoy y me hizo valorar mucho una pichanga con amigos o jugar con tus hijos. Me llevó a agradecer de que yo sólo tengo un problema que me limita para recrearme cuando existen tantas personas con problemas muchísimo más duros.

Y como todo pasa por algo, en mi época de rehabilitación, se dieron oportunidades de desarrollar unos eventos deportivos, lo cual no era lejano para mí ya que en muchas oportunidades acompañé y ayudé al Diablo (mi tío Jaime) en la realización de campeonatos y producción de torneos en donde aprendí muchas cosas, por lo cual siempre estaré agradecido. Ahora, que me haya pagado los honorarios con gaseosas, es otra cosa. Nunca me voy a olvidar Diablo, cuando fuimos a las playas de Asia al armado de la producción por un Fútbol Playa y luego de una extensa jornada de 10 horas en el Km. 100 de la Panamericana Sur y nos preparábamos para emprender el regreso, me dijiste…”ya pues, nos vemos mañana que yo me quedo a dormir acá en Playa Blanca…..por ahí pasa el maleño”. El “plop” de Condorito, quedó chico.

 Es así, como desde hace ya varios años, que soy independiente laboralmente. Haciendo producción de eventos, gerenciando la Academia de Fútbol, asesorando proyectos deportivos y realmente todo lo que se pueda encontrar en el camino. Es alucinantemente tan intenso, el disfrutar de manejar los horarios y actividades del día a tu antojo, como enfrentar el desorden y desbalance financiero de no saber cuándo ingresará el próximo sol.

Durante ese tiempo, me tocó acompañar a Tito mientras se iba apagando de a pocos. Siempre me preguntaba en qué equipo estaba jugando y si había visto las “carreras”. Yo trataba de hacerle acordar muchas cosas mediante fotos y videos de fútbol y caballos, además de llevarle gomitas azucaradas de contrabando ya que mi abuela no permitía que le demos dulces. Disfruté de visitarlo con mis hijos y contarles las historias que él me contaba a mí y a mis hermanos. De hacerles las mismas bromas que nos hacía y de explicarles el significado de algunas palabras que él utilizaba con frecuencia en ese vocabulario de antaño que hoy ya no escuchamos mucho como “fenómeno” (algo bacán, chévere) , “náufrago” (alguien que está en nada, que no sabe nada), “fu fú la lora” (expresión para atraer la suerte en los dados o las cartas), “chusos” (zapatos), “chicoca” (muchacha) y otras más. Disfruté también de hacerlo cantar una de sus canciones favoritas como lo era “fuma el barco” y una canción que jamás la pude escuchar oficialmente pero que la supe desde chico que decía así; “por una cabeza, de un noble potrillo, que justo en la raya, afloja la llegar….”

Hasta que nos dejó en octubre del 2014, dos semanas antes de que nazca mi tercera hija. Lo curioso fue que la clínica en donde se apagó Tito Drago, fue la misma que días después recibió a JulieTITA Drago. Y por qué no creer que lleva algo de su picardía y alegría.

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Finalmente, creo que la idea general que tengo es simple; enviar mensajes positivos sobre todo a los más chicos a través de gente que sume. Que sepan que los grandes también fueron chicos alguna vez. Que se pueden disminuir los riesgos de fallar en ciertas cosas si se toman referencias, o que en verdad no hay que preocuparse tanto de cosas que no son importantes. Justamente por eso, es que ya existe esta primera redacción. Le di mil vueltas pensando en cómo hacerlo y realmente aún no sé cómo va a salir o por qué camino se irá. No tengo idea de si la próxima vez será un video u otra redacción, o si en verdad habrá una segunda veo; sólo sé que YA ERA HORA.

Y si todo esto fue una introducción a manera de homenaje a Tito y auto presentación que se matizó hasta con una pequeña catarsis; es también real, gracias a la persona que soporta mi ser en todas las formas, que me acompaña desde hace mucho y que ha vivido varias cosas de lo que he contado, y ella es mi Vanessita.

 

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